El Isabel Perón blanco del chalet de las afueras de Madrid que la semana pasada se abrió para recibir a la vicepresidenta Victoria Villarruel no suele recibir visitas.
La dueña de casa, la ex presidenta María Estela Martínez de Perón, casi no sale a la calle.
El 4 de febrero cumplió 93 años y ya no le dan ganas ni siquiera para asistir a Misa a la parroquia Santa María Soledad Torres Acosta, la iglesia que frecuentan los vecinos de Villafranca del Castillo, un barrio residencial a 35 kilómetros de la Puerta del Sol. , donde Isabelita vive desde los ’90.
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Quien se acerca a verla y a llevarle la comunión es el párroco Enrique Lázaro, un cura que algunos feligreses critican por dejar circular por el altar al gato mientras da misa y que, según cuentan, conoce a la ex presidenta argentina desde hace décadas, cuando ella vivía con Perón en la Quinta 17 de Octubre, en la madrileña Puerta de Hierro, y el padre Lázaro les hacía llegar los cortes de carne argentina que tanto extrañaba el general.
La viuda de Perón ya no colabora tampoco en las tareas parroquiales ni en la recolección de fondos para beneficencia, como solía hacer junto a la infanta Pilar de Borbón, hermana del rey emérito Juan Carlos, o con Leandro de Borbón, hijo ilegítimo de Alfonso. XIII, que falleció en 2016. Aunque está al lado de un centro comercial, el barrio en el que vive la viuda de Perón es silencioso. De casas clonadas y vecinos que se organizan para estacionar: de abril a septiembre la zona de números pares; de octubre a marzo, los impares.
La casa en la que vive Isabelita nunca tiene las persianas levantadas. Al barrio -parecido a las cuadras residenciales de la zona norte del Gran Buenos Aires- se ingresa, en auto, por un portón blanco que sólo comandan los vecinos. Hay, sin embargo, un baldío que conecta el barrio con el centro comercial, por el que se puede entrar a pie, y donde la gente suele sacar a pasear a sus mascotas.
“Han venido muchos a verla pero ella no recibe”, comenta a Clarín quienes conocen bien a Isabelita y se sorprendieron al enterarse de que la ex presidenta había abierto las puertas de su casa a la vice de Javier Milei.
El jueves, día de la lealtad peronista, Victoria Villarruel subió a sus redes cuatro fotos con la viuda de Perón en el living de su casa. Junto al cristalero de madera oscura y a un biombo con diseños orientales, la actual vicepresidenta le entregó a Isabelita una condecoración. Se abrazaron y se retrataron tomadas de la mano.
La última vez que María Estela Martínez de Perón se había dejado ver y fotografiar había sido en marzo, cuando en el mismo sillón en el que se abrazó con la vicepresidenta Villarruel ganó y agradeció el Premio Hispanidad 2023 que le entregó una asociación cultural llamada Preseva.
Isabel Perón, la primera mujer presidenta en el mundo, regresó este jueves brevemente al primer plano, rescatada por la vicepresidenta de Javier Milei en una extraña operación política.
“El peronismo siempre quiso borrar a la primera presidente, nosotros la recordamos”, dijo a EL MUNDO un estrecho colaborador de Victoria Villarruel, que se vio con la ex presidenta la semana pasada en su residencia de Villafranca del Castillo, Madrid, pero esperó a este jueves para difundir la foto y que coincide con el Día de la Lealtad peronista.
Villarruel, cada vez más distanciada de Milei, es una nacionalista católica de familia militar, una primera vista muy distante políticamente de lo que representó la viuda de Juan Perón, protagonista de varias de las páginas más negras de la historia argentina. Este jueves, sin embargo, dejó en claro que se siente cercano a la ex presidenta de 93 años.
“Con Isabel Perón, primera presidenta mujer del mundo y de la Argentina constitucionalmente elegida. Vicepresidente como yo y bien nacida. En un día como hoy, en donde se habla de lealtad, quiero reivindicar su figura”, escribió Villarruel en la red social X . La viuda de Perón se llama en realidad María Estela Martínez. Gobernó Argentina entre julio de 1974, cuando falleció su esposo, que había sido elegido presidente con ella como compañera de fórmula, y marzo de 1976, cuando un golpe militar la destituyó y la envió a prisión.
Villarruel sostiene que Isabel Perón fue “borrada de la memoria oficial” del peronismo y, en un vídeo, señala que es “fundamental reconocer el papel de Isabel Perón (…) como una figura que en medio del caos y la violencia ejercida la responsabilidad de dirigir el país”.
En un análisis político entre inesperado y excéntrico, Villarruel añade que el mandato de la viuda de Perón recuerda “la importancia de la lealtad y la firmeza en la conducción del país”. Y remata: “Su presidencia fue una lucha constante por sostener el orden, proteger la soberanía nacional y mantener en alto los valores que nos unen como argentinos”.
El paso político de Villarruel, que no oculta su deseo de suceder a Milei en caso de que el actual presidente no pueda completar su mandato, implica una provocación de cara a la dos veces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que aspira a volver a conducir al peronismo como presidenta del Partido Justicialista (PJ).
El mandato de Isabel Perón fue muchas cosas, excepto un ejemplo de orden y firmeza. Acosada por la izquierda armada peronista de Montoneros y la izquierda marxista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y a la vez por la ultraderecha paramilitar que lideraba su ministro de Bienestar Social, José López Rega, la entonces presidenta nunca tuvo el control del país.
Detenida por la Junta Militar, Isabel pasó cinco años en prisión en dos instalaciones diferentes antes de ser enviada a su domicilio. En 1981 se le permitió abandonar Argentina rumbo a España. un país en el que a esta altura pasó mucho más tiempo que en el propio.
Cuando en 1983 Raúl Alfonsín, primer presidente de la democracia recuperada, la invitó a la asunción del mando, Isabel dejó boquiabierta a la prensa y a sus compatriotas. “¡No me atosiguéis, no me atosiguéis!”, pedía ante la profusión de cámaras y micrófonos, con inconfundible lenguaje y acento castizo.
“Aunque al mirar ese período se cuestiona la incapacidad de Isabel, tampoco hubo una reacción del arco político a lo que se venía. Se fue avanzando hacia una dictadura militar como ya vivían Uruguay, Brasil y Chile. El lugar y el poder de Isabel eran muy limitados”, señaló a EL MUNDO el historiador Marcelo Larraquy.
Con la foto en Madrid y su vídeo reivindicativo de la ex presidenta, Villarruel plantea una reescritura de la historia argentina, precisamente lo que la vicepresidenta de Milei critica al kirchnerismo en general y a Cristina Kirchner en particular.